Por: El Beodo
Este puto invierno me arranqué de Suecia.
Bajo el ojo ingrávido pero ocultamente celoso de mis compañeros de pega hice lo
que muchos ciudadanos étnicamente diferentes hacen cada año: emprendí el éxodo
hacia la tierra que me vio nacer, hembygden,
como le dicen por estos lados. Y allá, al otro lado de la cordillera me
esperaban dos cosas fenomenales: el lugar de la infancia y el temor, (también
asociado a mi infancia), de que el mundo algún día se acabaría. Pocos días
faltaban para el tan esperado y temido 21 de diciembre. Los matinales, los
realities, las noticias, toda la tele parecía estar inundada de imágenes
catastróficas, de augurios escalofriantes. ¡Y yo que en Suecia casi ni me había
enterado de tanta calamidad!
Llegó el 21 y tanto bunker construido,
tanto esmero puesto en aparataje de seguridad, tanto rezo… todo, todito, todo
se fue a la chucha. No pasó nada de nada, y aquí estamos, vivitos y culeando. Y
así como la alegría (con arcoíris incluido) llegó algún día a nuestras vidas, también
llegó una nueva era: y nos la siguen metiendo sin vaselina como diría Patán
Zamoransky. Y yo que pensé que algo cambiaría cuando comenzara el 2013. Los
asuntos que un día causaban debate lo siguen haciendo. Mi sangre y raza tan
tremendamente Kabezanegra, por ejemplo, sigue instalando los mismos problemas,
aunque disfrazados: que si debemos ser llamados de una forma especial dado
nuestro color (léase hispano/latino; afro-americano, o lisa y llanamente
africano; blanco, asiático o lo que sea), que si se debería hablar de raza (a
lo Tobias Hübinette en su artículo del Dagens Nyheter), o que si hablar de
razas es un desacierto que contribuye al racismo. Yo no lo sé, ¿y qué opina
Ud.? Para mí el problema no está en la denominación sino en lo que la sociedad en
sí manifiesta cuando se enfrenta con individuos que no se ven físicamente como
los sujetos blancos y rubios que deberían poblar Suecia (y que por cierto
también habitan en algunos contextos geográficos donde por lo general hay más
plata). Frente a esto, claro, uno se pregunta, si a estas alturas del partido
tiene algún sentido hablar de raza, de etnia, de identidad: me atrevería a
decir que sí, sobretodo cuando hoy en todo Europa crecen los antagonismos y el
racismo. Es cierto que somos una sola raza, la raza humana; y también es
cierto, que somos todos diferentes, más allá del hembygd de donde venimos, más allá de ser genéticamente latinos o
asiáticos. ¿Qué somos después de todo sino aquello que creemos de nosotros
mismos?
Es por esto queridos hermanos terrícolas
que este 2013 no tiraremos la esponja. Como pasquín virtual hecho a todo
corazón, continuamos en la batalla. No se pierda en este número la entrevista
con Lecheburre, la banda más multikulti del sur de Suecia; a Jorge Rubio con
‘Las abuelas de los Aeropuertos’; las acaloradas líneas de Mamá Porno; las
reflexiones de Patán Zamoransky sobre aquellos que se andan escondiendo; las
palabras de Jorge Zambra sobre el arte de nuestros antepasados (y la educación
de hoy en día); las deliberaciones sobre lo que un mortal como Ud. o como yo
haría con su Iphone 5 en caso de que se acabara el mundo; y, por supuesto,
mucho mucho más.
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¡Feliz
año nuevo!
El
Kabezanegra.