martes, 11 de septiembre de 2012


Por culpa del 11
Por: Chelo

Más de la mitad de mi vida me la he pasado en el destierro, no sé a quién pasarle la cuenta de mi sufrimiento, de este viaje incierto. Llegué a este a país a los once años y hoy vivo con una referencia geográfica difusa, no me siento ni de allá ni de acá. Ese lugar que denomino “allá” lo único que me dio fue: miedo, miseria, injusticia, dividió mi infancia, me quitó: amigos de pichanga, compañeros de escuela, abuelos, tíos, el primer amor, la plaza del barrio y mi idioma de origen. Hoy es solamente un lugar remoto con el cual no me identifico, con el pasar de los años me he ido despojando cada vez más de su idiosincrasia y he ido adoptando una personalidad más bien áspera, amarga por causa de la falta de identidad.

Quién iba a saber lo que me esperaba en este lugar tan alejado. A mi corta edad tuve que madurar para poder sobrevivir mi día día y el de mis padres. A los doce años ya era un traductor profesional, aprendí términos que ayudaban a mi madre en las citas médicas, a traducir documentos de diferentes instancias suecas, como: Skatteverket, Arbetsförmedlingen, Försäkringskassan, dejando a un lado mi infancia y añorando el retorno a nuestro país, -porque claro- eso era lo único que se hablaba en los encuentros familiares.

Con los años fui entendiendo más la situación y el significado de la fecha 11 de septiembre. Fui entendiendo lo ilógico de ese acontecimiento, fui entendiendo de la exagerada avaricia de algunos, del odio que el ser humano puede practicar por el simple hecho de pensar diferente, fui entendiendo que por culpa del 11 tengo que conformarme con la adversidad.

Es por eso amigos que hacemos un intento de recopilar las secuelas que dejó esta fecha en las vidas de las personas. Son muchos los que participan este mes, tenemos por ejemplo una entrevista a un joven cantautor -José Miguel- que llegó a Suecia el año 1986 y que con su obra nos muestra el precio que se paga por vivir en un país como este. Por otro lado, Marco Baeza nos presenta un texto con un tono un poco más festivo, donde cuestiona la pérdida de valores “revolucionarios” que muchas personas sufrieron al ver que sus vidas se llenaban de privilegios.

Carlos Yrisarry, hace su reaparición con un texto denominado “Paradigmas de la justicia” y que pone en jaque el comportamiento de Inglaterra y donde compara el caso “Julian Assange” con el “caso Pinochet”, un texto filudo que muestra una vez más que el fundador de Wikileaks está sufriendo una “caza de brujas”.

Carlos Rodríguez nos escribe desde Chile y nos profundiza en el conflicto de los estudiantes chilenos y las deficiencias que tiene el sistema educacional de ese país; nos habla de las secuelas y de la maldita herencia que quedó del régimen totalitario. Asimismo, Tamara Strugo, describe en su texto “Una historia mínima en Argentina” la razón por la cual muchos no entendían las atrocidades que se estaban cometiendo en su tierra natal.

Por otro lado, Mamá Porno nos cuenta las historias de dos mujeres, ambas atravesadas por un mismo fenómeno: el de ser víctimas pasivas de una dictadura que más bien podría ser sinónimo de dictadura patriarco-política.

Además en este número, Amina Harnafi reflexiona acerca de lo que la dictadura puede representar en otros ámbitos, y cuestiona la actitud dictatorial existente en los medios laborales, en los que hasta el individuo más inocente puede ser observado y controlado.

Queridos todos, esperamos disfruten este trabajo colectivo. Pese al dolor que muchos experimentamos durante estos días, vale la pena sentarse a leer y pensar en el significado que la palabra dictadura puede tener en nuestras vidas. No permitamos que las historias amargas del pasado se repitan, y abrámonos a cuestionar nuestro entorno, no vaya a ser cosa, que nos lleve la corriente.

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