jueves, 13 de diciembre de 2012


 ¡Llegó el fin señores!

Por: Chelo

El otro día, después de tantas noches sin dormir, me tomé unas pepitas que un amigo tenía en su botiquín de estupefacientes ‘naturales’  y entré en un sueño, que más que un sueño parecía una señal de ‘Tatita Dios’. Tengo que dejar en claro que soy ateo y por lo tanto no compré mucho la idea de que el ‘Todopoderoso’ me estuviera dando una señal desde el más allá. En  el sueño me veía vagando a pata pelada por las calles de mi barrio, por allá al otro lado del mundo. Caminaba desde la Plaza de la Conquista hasta la casa de mi abuelo y en cada puerta de los vecinos veía pegada la imagen de un pez. En el sueño apareció un amigo de Estocolmo que me repetía a la letra las mismas palabras que me dijo un día arriba de la pelota: “-me voy para Chile a pasar el 21 de diciembre, el fin del mundo que anuncian los Mayas no perjudicará a Chile-”. El día que me lo dijo pensé que me estaba agarrando, o que el efecto del estupefaciente y el pisco que había ingerido le había alterado la percepción de la realidad y lo estaba poniendo jugoso, pero estaba hablando en serio, su discurso, que en momentos se parecía al de un seguidor de Juan Canut de Bon, era muy convencedor y me quedé sin argumentos cuando empezó a meter teorías de “algunos científicos”, hipótesis propias de la ubicación de “algunas estrellas” y tanta otra cosa más que según él confirmaban que el fin del mundo está cerca y que Chile se encuentra fuera de la zona de peligro. Quedé totalmente paralizado.

Para los que no saben del tema, el pez era antiguamente el símbolo que los primeros cristianos usaban para identificarse unos con otros en tiempos de persecución. En Chile, durante los años ochenta floreció una psicosis colectiva después de que un tipo de nombre Miguel empezara a rallar la papa sobre unas supuestas apariciones de la Virgen María sobre una loma por ahí al interior de la quinta región. Según él, la ‘Llenadegracia’ le había dicho que le dijera a la gente que pintaran un pez en la parte exterior e interior en la puerta de entrada de cada hogar, que todos los hogares que pusieran el famoso pez estarían protegidos de los desastres de todo tipo que nos acechaban en esos “últimos tiempos”.

Al despertar de mi sueño me puse a pensar en las cosas que me gustaría hacer antes de morir. Admito que no es la primera vez que lo hago, a veces me da por planear mi muerte, mi funeral y todas las cosas que me gustaría hacer previo al llanterío de la gente. No crean que mi mayor deseo antes del fin del mundo es nadar con delfines, volar en un globo o aprender a tocar piano, no. Llegué a la conclusión que mi mayor deseo es hacer como mi amigo: pescar mis maletas, arrancar del frío de Estocolmo y esperar el supuesto Armagedón en la Caleta Portales, comerme un mariscal, tomarme unos Terremotos en nombre del desastre y despertar al día siguiente con caña. Ese es mi deseo, pero sé que muchos de ustedes andan con la incertidumbre de no saber si se abrirá o no el cielo, si alcanzarán o no a releer la Biblia, si comprar o no los regalos de navidad, si llamar o no llamar a los que uno alguna vez mandó a la cresta, y andan desesperadamente buscando algo de qué aferrarse, por eso el departamento de diseño gráfico del Kabezanegra ha creado un amuleto para ustedes (ver abajo), para que lo coloquen en la puerta del hogar. Este signo los hará sentirse más tranquilos, no creemos que los salve de todos sus pecados, ya que no somos muy devotos, pero si sirve, ¡sirve!! No perdemos nada con el intento. Un abrazo, ¡nos vemos en el más allá!!!

                     


No hay comentarios:

Publicar un comentario